EL ARTE PARA ALIMENTAR
UNA NUEVA RELACIÓN
CON EL PLANETA
Es importante abrir una reflexión sobre nuestro papel como gestoras, artistas, mediadoras, agitadoras o generadoras de iniciativas y procesos; y pensar en la figura de agente cultural/artista/habitante como persona capaz de catalizar y crear posibilidades. El papel de la cultura y del arte es dar sentido a la identidad individual y colectiva. Las prácticas y experiencias artísticas, en su labor de concienciación, sensibilización, crítica y reflexión, pueden activar maneras de organizarse en lo colectivo, fomentando el sentido de pertenencia y la construcción de comunidades vivas. Una cultura que se expanda al ámbito de lo cotidiano y lo común, proponiendo caminos alternativos a los canales de difusión actuales en el ámbito cultural contemporáneo.
Sin perder nunca la mirada en el ámbito local, apostamos por una visión sistémica acunada desde el arte, que genere nuevos imaginarios que nos vinculen de manera estrecha con una necesaria reactivación de una conciencia planetaria asentada en el respeto y el cuidado, que inicie procesos de transformación desde el compromiso y la experiencia vivencial.
Arte que acompañe, que abra caminos, que consiga ayudar al medio donde nace, que lo revisite, que lo subraye, que lo adorne, que lo proteja, que lo muestre. Y sobre todo que lo conozca y lo ame. El arte siempre acompañó a las sociedades campesinas en sus faenas, en sus pesares. El arte está en todo el trabajo humano que nos rodea en el medio rural. Tiempo y conocimiento. El arte de la piedra, de la madera, el arte de la ordenación de los huertos. El arte de la sombra estratégica de un árbol en un prado.
Como colectivos y personas que comunicamos desde la cultura y las prácticas artísticas, se trataría de poder crear corredores de conocimiento, donde la diversidad traspase no solo el espacio físico, sino también el espacio temporal, en un flujo continuo.